lunes, 18 de junio de 2012

En las horas opacas


LA poesía es un medicamento sin fecha de caducidad. El hacedor de versos una visita al curandero. La consideración se impone sin secretos, los unos y los otros que siempre suelen estar más allá, en el límite justo de la pantomima.

La poesía resucita. Los versos de la papelera son una serie cómica, una paradoja sin derecho al arrebato.

La poesía no peca de rebuscamiento, escudriña el pecado sin dejar rastro.

La poesía no será nunca cantidad abrumadora. La poesía es calidad insuperable.

Los lectores de poesía son exigentes. Los no poetas son unos gilipollas. Se leen a sí mismos sin capacidad de desarrollo natural.

El poeta nunca tiene una torre, y mucho menos inclinada. El hacedor de versos habita entre nosotros. Líbrenos Satanás de las soluciones de emergencia.

El hacedor de versos critica el psicoanálisis. El poeta mora en el conflicto, en la ruptura y en la reconciliación.

Nunca busques las huellas de los iniciados, no dejan rastro. Desaparecen el mismo día que hicieron su aparición triunfal, en la noche más débil, en las horas opacas.