viernes, 22 de junio de 2012

Porque no hay más remedio


YA tengo que usar anteojos para poder leer todo cuanto está libre de la manipulación. No me explico como la comunicación es subsistencia y la naturaleza permanece alterada por unos movimientos de orden humanitario.

Sigo con la razón de la palabra. En Fábula se desgrana. No es la razón poética. Estoy emocionado. Hay una docena de candidatos para elegir una palabra. Llueven flores. Ha valido la pena ser probable. Por eso abro los ojos que se arrepienten de leer lo que no se debe leer.

Desde hace algunos días, cuando intento dormir, escucho una corriente que viaja por debajo de casa. Como si hubiera un río. El río de los derechos humanos.

La razón poética se limita a la ejemplaridad. La razón de la palabra habita en la vergüenza. La razón de la palabra es el cordón umbilical que no poseen los depredadores. Es la guerra y la muerte. El único mandamiento de la poesía. Por eso la razón de la palabra contempla a la razón poética y la enriquece.

No hay falta de información en el santo reino. Hay provechosa obligación.

Esto de perder el tiempo con lecturas ajenas y contemporáneas es una limitación del género humano. Es la vida lúdica. Y vivir, lo que se dice vivir, no conduce a la armonía. Quiero una causa justa, la única posible, la razón de la palabra en todas sus manifestaciones: en la luz, en la tierra, en el verbo y en la naturaleza.

Suerte y remedio. La verdad es que se escribe porque no hay más remedio.