LA nostalgia es humo. La realidad
vivencia. Por eso cuando escucho a los pájaros cantar cierro las ventanas, no
deseo que contaminen ese poco de mí que ya no vive conmigo.
He encargado al mirlo más gordo y listo que baje hasta Sevilla y compre diez cuadernos marrones. He roto cuantos tenía. Mientras acude a adquirirlos preparo el alimento. Su alimento. La contrapartida será pura si no la esperas nunca.
No dejo de sorprenderme con lo último que leo. O están todos afectados por el síndrome de la descentralización, o ya no se escribe poesía en este país.
Ya ni la gracia es arte, es eso, gracia. Y la poesía no espera que te rías, quiere que tiembles, llores, te estremezcas.
Ha vuelto el mirlo. Trae en una bolsa cinco cuadernos rojos y cinco amarillos. Le entrego su alimento. El color, como el hambre, llena al hombre de humo.