lunes, 9 de julio de 2012

Lo no sinceros


DESDE la noche. Siempre aparecen los no sinceros con su voz de talante y sus gestos repletos de desvíos. Hay una luz por encima de todas las luces. Es la palabra del corazón. En 1985 llegó la muerte a casa y la estaba esperando. Tenía la mano fría, el sombrero torcido como los cuadros del salón y por su piel corrían las hormigas.

Era la muerte oculta, el presentimiento, la premeditación. Era un día gris. Llovía el agua sobre el cristal de turno. No había pájaros, lo recuerdo muy bien. En la azotea el anillo se buscaba entre las risas de Diego y Juan.

En ese justo instante aparecieron las aves. Miraron desde lejos la joya de la vida. Y agarrada en el pico de un paciente gorrión hicieron acopio de su existencia.

La poesía se hace de rogar. Le digo que se quede pero marcha deprisa como los insectos. Desea el cuaderno negro. Los marrones no le satisfacen.

Hay que empezar la fiesta. Aunque nadie la entienda. Los no sinceros se apuntan a la vida. Digo me rindo en todos los idiomas, son los imposibles. Suena la palabra.

Hablaba hoy con Colinas del acto de estar vivos, aunque la muerte te visite en domingo. Mencionaba a Loreto que no es familia pero como si lo fuera. ¿Un matiz? Solo busco un matiz.

Dentro de la muerte oculta habita la noche de gozo. No la escribió Novalis. Se dedicó a Colinas. Ya están aquí los no sinceros de nuevo con su melodía. Me marcho. Viajo sobre la piel del mundo.