lunes, 23 de julio de 2012

Puñeteros desvíos


EL mar siempre pequeño. Así, repleto de espuma y con olas muy grandes. Los bares también pequeños, limitados, familiares. Al entrar te saludan por tu nombre, como el matiz que escapa de la sorpresa del humo.

Los matices se encuentran en la naturaleza. No todos pueden observarlos, pero permanecen. Son la esencia de la razón de la palabra, y habitan en el centro indudable. Como las olas, igual que los bares.

El humo es el desvío más peligroso. Quien habita y nunca encuentra su propio espacio, el hueco de salvación. Llegas en el momento equivocado y abres los círculos con la palabra, con la razón de la palabra.

Me han pedido que escriba en un mantel de papel de un restaurante. Ha sido un artilugio, mientras expulsaba el humo por la boca. Un humo que buscaba pero nunca encontraba. Un humo engañoso.

Los amigos siempre serán enemigos. No deseo a nada ni a nadie, y mucho menos a aquellos que hoy se critican y mañana se alaban. ¿A qué juegan? Repletos de humos habitan los mares grandes, los bares inmensos. Todo aquello que suena a olvidar. Quien decide el fracaso fabrica su muerte, es el halago mutuo, la desesperación de no saberse cierto, de no encontrarse nunca.

Sobre la mesa el libro de Leopardi, Cantos y pensamientos. En edición de Colinas para Galaxia Gutenberg. En la mano el cigarro. El vaso con hielo junto al libro. Me miran aquellos que poseen la verdad y la certeza les será rechazada. Nada parece todo.

Pido un café para salir del paso. Para decir con la mirada aquello que no observo. Busco los matices a todas horas, sin ellos nunca podré expulsar los desvíos. Puñeteros desvíos de ciencia cierta.