domingo, 4 de julio de 2010

Cadión (Elogio de la Irreverencia LI)



He pedido disculpas a dios. Le he rogado que no se quite más la camiseta, pero me he arrepentido de la reacción de ayer.

Está claro, el colon irritable es el culpable. Él me ha realizado una regresión temporal, que para mí ha sido geométrica, diacrónica y elíptica.

Tomé un vuelo a Londres. Le he dejado solo. De momento no se marchará, estoy seguro. La regresión, acojonante. Busca el momento exacto de mi vida en que el colon comenzó a fallar, a dar de las suyas. Piensa que pudo ser por un momento turbio, por una putada que me hicieron. Pero he vuelto a mi infancia y ya mi madre me llevaba a tomar la papilla al hospital.

Úlceras, dolor y mal genio. Dolor agudo, y a veces sin sentido. Después aparecieron los divertículos sagrados con su gracia y origen.

No llueve en Londres, pero el calor se soporta. Apenas 25 grados. Se agradece el cárdigan, el púligan y el chémintong. He hecho caso a MC y he marchado (marcha, salida, divertimento). He ido al Soho. No se asusten, total si tengo experiencias irrenunciables y un colon que deprime al más pintado.

Después he tomado unas copas en Covent Garden. Tanto escribir nunca deprime. Jeremías el justiciero sigue para adelante. Espero verle el final (aunque el final esté escrito) a vueltas del verano.

He intentado entablar una conversación con una rubia despampanante. Pregunté antes al camarero, “¿La conoces?”. Y respondió, “Es la primera vez que la veo”. Un gay gracioso, me ha dicho, “Also I like the ham”. Y le he respondido, “El serrano, claro, el serrano”.

¡Qué difícil es todo! La rubia comiéndose una tortillita con una morena, y yo hablando con el gay. Echo de menos a dios. Le he pedido disculpas. Respondo a correos de Baltanás, Antonio Colinas y Mercedes Escolano. Doy las gracias a Suso Ares, por pasarse un pelo que no tiene.

Vuelvo a casa. Londres es una casa eterna. Jeremy Iustix espera. Y no quiero pedir más disculpas.