domingo, 18 de julio de 2010

Cadión (Elogio de la Irreverencia LXI)



La primera vez que vi a Sharleen guiñé un ojo, y con el dedo índice le hice la señal de ven, ven hacía aquí. Ella con su mirada bellísima respondió con un corte de mangas. ¡Menuda burrada! Era la Spiteri.

Han inducido un coma a dios. Me han explicado cosas que no entiendo. Repiten palabras como neumonía, insuficiencia y lóbulo pulmonar o alveolos. Estoy hecho un lío. Intenté entrar en la UCI para saludar pero el resultado es manifiesto.

Odio el mundo y sus contemplaciones. La maldad es sinónimo de adviento. No dejo de llevar las manos a la cabeza e intentar evitar una catástrofe, pero no puedo. Ya estoy cansado. El odio supera los sentidos.

Deseo el mal al prójimo con advenimientos, sin reservas. Me putean y puteo. Sí, dios ha sabido darme libertades.

Le veo tendido. Deseo el mal al prójimo. Esto es una faena. El pastor, sin las ovejas, ha venido al hospital. Se habla de suicidio, pero es una enfermedad sin detenimiento. Fracasos, luchas e impresiones. ¡No sé qué haré sólo! Es ley de vida.

Ahora es un hombre, un simple y llano hombre. No puede hacer nada. La Spiteri sonríe. Toco su rostro y es dulce. No es el de dios.

Gracias a todos. Gracias. Por la lectura en las noches de calor. Por la presión de los consejeros del miedo. Por todo lo que no puedo contar, y en cambio rio. Gracias.

Nunca he caminado al revés. Nunca asumo el hecho. Y el tiempo sí se puede contar. Se puede sufrir. Se puede tocar.

Está enfermo dios. Muy enfermo. No lo veo, ni siquiera escucho su respiración. Veo una inmensa piscina de whiskey y me sumerjo.

La vida es un sentido diferente. Como si Platón y Aristóteles hicieran castillos de arena, y las olas, destruyen la vida, esa vida. ¿Qué hago?

Muere dios entre los hombres y como hombre. El whiskey se acaba. La Spiteri sonríe. Y vengo sin saber dar la vuelta, sin querer costar lo próximo. ¡Es la vida! ¡Juan Carlos escribe algo, por favor!

La balanza hace que el tiempo pueda determinar. La Spiteri sonríe. Es la vida. ¡Joder! ¡Es la vida!