No puedo contradecirme y lo hago. La diferencia entre un primer espada y un muletilla no existe. Tal vez en el asiento que ocupen en la furgoneta. En el número de la colección editada. O en el rostro. El primer espada suele ser bastante más feo, muere antes (por el riesgo), y se alimenta mucho peor.
Los protagonistas tienen amigos comunes y agradecidos. La mala gente que ocupó un espacio físico a base de engañar y mentir.
Un letrero en la calle me hace pensar. Era el horario de un establecimiento. Paseo por Columela, y ya en la Viña me dicen que están acojonados con lo del tsunami. ¿Y si viene pa Cádiz pisha?
Un librero de Lisboa me pide libros y a cambio, me remite las últimas obras de poesía portuguesa. Su lectura me hace dudar de nuevo entre los primeros espadas y los muletillas. Muchos grandes de este país escriben peor que los muletillas de Portugal. Pero tienen un Ministerio de Cultura, un carné del partido que sea, y publican en los lamentables suplementos y revistas literarias. La mala vida que diría un toro.
Hace años, no tantos, metías en una bolsa poemas de diversos poetas de la experiencia y construías un libro que podía haber firmado cualquiera de ellos. Hoy lees una reseña y te entran ganas de quemar las librerías.
Pero ya comienzo a contradecirme y a decir tonterías. Y mi madre dice que tonterías las justas. ¿Y si viene un tsunami y se lleva la espada?