Vuelvo de Cáceres con un buen sabor de boca. Me dicen que Corina estuvo muy bien en Sevilla. Fue un martes redondo, que no cerrado.
Con Diego Vaya, acepto algunas de sus indicaciones. Otras las analizo muy detenidamente. Mucho. Existe un concepto poético métrico que recuerda a JRJ. Y él era un grande. Intento aprender de los sabios, soy todo lo que piden ellos.
Esta maldita primavera ha entrado de puntillas. Y diciendo con la mirada lo que desea comentar. Vino en un tiempo equivocado.
El color de la luz en la carretera me apasiona. Al igual que las mimosas ya amarillas. Como la cubierta de El Bardo de Cumbreño. Elías Moro es el hombre más generoso que he conocido en la vida. Al llegar a casa he recibido un paquete. Y Manuel Vázquez Montalbán me apasiona. Una educación sentimental hace que me derrita en primavera. En el resto de las estaciones ya me encuentro entregado.
Tenía mono de café. De máquina. Y he dado un fuerte abrazo a la Custom cuando he abierto la puerta. El café con la guitarra sabe mucho mejor. Y no suena a triste.
Muevo las manos y te recuerdo. Me cuelgo en tu vuelo a cada instante. No es justo que todo comience y que todo termine así, sin más.
¿Recuerdas mis abrazos? Todos eran verdaderos, y ciertos, y justos, como los versos de Luis Rosales que he leído a mi hijo. Digo con la mirada lo que con mi voz no puedo.
No aparto de mi cabeza a Luis Rosales en su casa. Me sentaba frente a él con las manos juntas. Sudaban mucho. Rocío me envía poemas de JRJ. ¡Qué grande es la poesía de Rosales! ¡Qué inmensos son los versos de JRJ!