domingo, 20 de marzo de 2011

Sam



Me aburrí en Arcos. Quitando a Julio Mariscal, Arcos es triste poéticamente. Un tono incapaz de alimentar, y mucho menos de sorprender.

Llevo todo el día quitando malas hierbas. Me duele el cuerpo. Tal vez por ello he ampliado con cuatro nombres propios mi lista negra. Ya tiene once integrantes, y deseo llegar al millar en este mes. ¡Sigue tocándotela, Sam!

En los últimos días he descubierto mucho. Han defraudado los protagonistas, aspirantes de lo literario. ¡Qué horror! Y se lo creen los capullos. Y piensan que son geniales. Este es un mundo de indisciplina, donde se bombardea al pueblo y se asesina a inocentes.

Sharleen desea que revise una de las canciones nuevas. “Road white lights”. No la entiendo, parece de Arcos. Sigo con el desconcierto, y todo me provoca desencanto. La machaco tanto hasta quedar en algo así como “Dream of Paradise”. Nada tiene que ver, pero mucho que sentir. Seguro que no la incluye en el álbum.

Preparo mi marcha definitiva. Voy a dejar de existir. Pero no temporalmente, será completa y mente. Lo único que perdí en los años de vida real fueron los círculos cerrados. Por ejemplo, A.F., E.G., P.S. y J.M., forman un círculo cerrado. Y ese círculo, como las ondas multiplicadoras, contempla a su vez otros círculos concéntricos. Y van creciendo, pero también van menguando. Y el origen pierde fuerza. Al final hay calma chicha. Esto se consigue con cien años de paraíso. La justicia.

Cristián Gómez Olivares dice que soy silencioso. No me gusta hablar por teléfono. Mis mensajes son cada vez más cortos. Y los emails los detesto. La comunicación es personal y única, y la única posible es el silencio.


(Por cierto, tú, sí tú, el cotilla, gran maese de los aprendices, pero feo como tus muertos, corre, envía el email ya, anda, coméntalo que se lo pierden, y mientras tanto ¡sigue tocándotela, Sam!).