Trabajo varias horas al día en la teoría de las inclinaciones. Desde 1984 no deja de rondar en la cabeza, y aunque los frutos sean escasos, la fuerza es impresionante.
El tono en la poesía es el mandamiento de respeto al prójimo. Como si desearas dar un abrazo muy grande a una persona. Lo estrechas entre los tuyos y suspiras. No debes esperar un resultado. Tampoco el abrazo en sí es manifestación de ofrecimiento. Es una necesidad.
El tono en la poesía es la hoja que cae al suelo y se deshace lentamente en la boca de la hormiga. El mensaje que nunca recibes y esperas. La canción que tarareas musicalmente.
El tono en la poesía es la fusión de las tres inclinaciones, y en cuyo oficio la muerte nunca está presente.
Se ha fundido la bombilla del baño y estoy dentro. Cierro los ojos e imagino una luz propia. El tono me ayuda.
Releo una antología de la poesía chilena del 2004, prologada por Raúl Zurita, que me envió Cristián Gómez Olivares. Este tiempo que corre no es el mío. Todo aquello que me rodea no lo comparto. La cadera vuelve a jugarme una mala pasada, y esta vez en la tarde.
La poesía chilena posee un tono peculiar, arriesgado, pero completamente necesario de conocer. Todo se lleva, aunque nada vale. Y lo que se salva, determina.
Jorge, Nacho, Manu, Ale. Hoy me acuerdo de vosotros y os escribo. No dispongo de tiempo para la carta a lo Elías Moro (que espero de rodillas), pero os pongo unas letras, mientras reclamo algunas de vuestras canciones. Y bajito, muy despacio, repito las diferentes definiciones del tono en la poesía. La teoría de las inclinaciones.