EN el todo ordenado se recoge cuanto existe. La armonía
prevalece, el tono representa. Ayer, mientras hablaba con Luis, pregunté por
los orígenes del alma, si el poeta está dotado de inteligencia exterior. Y
Luis, con voz de ángel participativo, indicó: “La naturaleza es exterior y a ella hay que mirar”.
Todo comienza en sí mismo y en él se representa. Nada hay fuera de la naturaleza. Disfruto escuchando a los poetas celestes, aquellos que atestiguan, los que saben entregar lo que ellos no tienen. Hoy día en la vida aparecen los poetas expresivos, los que dicen y dicen pero no saben crear. No podemos confundir la creación con la manifestación, la ausencia de sentidos. Todos necesitamos de la palabra, del habla, de la música, pero apenas nadie crea, construye, supervisa.
Decir que su escritura es poesía es falacia. La escritura es palabra, la palabra que no llega a los símbolos. La razón de la palabra es poesía, pero nunca aparece si no observas ni contemplas el exterior.
Luis vuelve a asomarse a la azotea. Le espera Juan Ramón. Las nubes asoman su organismo entre las dos cabezas. Eso es la inteligencia. La poesía no se humaniza en el diálogo, la poesía crece con la naturaleza. Sin la contemplación lo bueno es malo, lo extenso limitado, lo puro caligráfico.
Dice Zenón que en el diálogo comienza lo general. No busco esa palabra, amo lo particular, lo de todos los días, lo exterior y preciso. Aquello que viaja hasta el centro del parque, lo que pierde las sombras dentro del laberinto. En esta permanencia hay que cambiar de vida, contemplando a los ángeles disfruté quince años. Los ángeles eran plantas, nubes, árboles, pájaros. Los insectos de turno eran ángeles muertos, los llamaba escritores. A aquellos que mentían a las hormigas los pisaba con ansia. Repetía en voz muy alta sus nombres. El rabilargo volvía el cuello hacia la armonía. Ahora todo prevalece.
Don Nicanor repite, palabra por palabra, el capítulo VI de El Quijote. Una banda sonora de Gardel es la imagen y es el elemento. Le invito a la azotea. Dice que hay mucha gente. Intento convencerlo. ¿Juan Ramón, Luis y tu hermano de España son la abundancia? No responde.
En la inmortalidad de Sócrates nace la razón de la palabra. En el diálogo filológico. En el cuadro de David. En el número de términos. En lo incompatible y limitado. En la forma y en el tiempo.
Naturam expellas furca tamen usque recurret.