miércoles, 28 de marzo de 2012

La permanencia


LO manso es lo inmanente, lo necesario y justo. Es la permanencia. Heráclito, Aristóteles, Platón. La poesía determina el valor del conocimiento, la realidad sincera, lo hermoso y lo feo. Ser fiel a los principios, honesto y respetable, entender a los versos con un amor tan amplio como a la propia vida. Y así descansarás en paz, en la contemplación, en la materia básica.

Hay poetas que emiten una energía distinta, diferente. Son los poetas diabólicos, aquellos que no miran tampoco permanecen. Otros poetas resultan bastante empalagosos, juegan a ser azúcar y acaban como mueren: con la sonrisa dulce sin haber escrito nada que merezca la pena. Los poetas globos engordan con sus propias palabras, los yomímeconmigo, los de siempre. Los que expresan pero no construyen ni crean.

Hay muy pocos poetas que viven en permanencia. Son los que escarban en la tierra, los que buscan las raíces en vez de alimentarse de los frutos carnosos que cuelgan de las ramas. Y los frutos se secan, se pudren, acaban de alimento de los pájaros.

En la naturaleza se concentra la vida, permanece la esencia, se conjugan los verbos. En la naturaleza la razón de la palabra deja de ser poética para volverse la misma permanencia.

El libro, la obra, la creación, son objetos de culto. Las prisas, la impaciencia, la angustia, son motivos de rabia. Debemos educar con la mirada, la presencia sincera de ser la consecuencia. Silencio y soledad, olvida lo barroco pues lo barroco es sucio, no es manso, ni acaso permanente.

No hay dos cielos iguales. El azul de los cuerpos carnales no posee alma, ni poesía, ni sensibilidad. Dentro del laberinto, en el centro del bosque, permaneceremos sentados en la contemplación. Observamos las nubes, los árboles, los pájaros, la misma mosca blanca que destruye la vida. Buscando lo infinito se halla la permanencia.