jueves, 3 de mayo de 2012

Decir compartido


PLATERO, Mauricio, las hojas secas que caían del árbol, el sonido vulgar y desconcertante de los vehículos que cruzaban el puente y la sombra de Juan Ramón. Tapaba mi rostro con las manos, cantaba Gardel.

Se huele la naturaleza en cada esquina. Durante un descuido fortuito, el pájaro que todo lo sabe y nada determina, recitaba a Leopardi. No hacía falta la palabra, el silencio inundaba esa mirada compartida entre Platón y Sócrates. En los ojos del otro nos vemos reflejados. En la naturaleza encontramos el alma más pura y luminosa.

Los ojos son los órganos y el alimento el don. Todo cuanto se adquiere se percibe, se ordenan las actividades.

En Barcelona había una forma pura y elevada, la mirada se orientaba en círculos cerrados. Nuestra posición era la intensidad.

Mona Maris me toma de la mano. Dice cosas al oído. Es la asimilación, la inteligencia y el pensamiento. Platero sonríe. Barcelona fue un decir compartido, el logos de la mansedumbre.