martes, 29 de mayo de 2012

La señal del alma


PASA una nube veloz por encima de todas las cabezas. Es una nube blanca. Tiene una señal en el alma, una mancha, como una insinuación. Cuando bajó a la tierra la nube presumía. Recitaba sus versos con espontaneidad, otorgaba presentes a cuantos la miraban. Pero no soportaba la esencia y la existencia desde el centro. Firmó un pacto muy amplio (llenó cuatro cuadernos marrones) y volvió a su destierro.

En tardes de calor se deja ver la nube. Permanece muy quieta cuando salen las estrellas. Conversa con Venus, tiene un golpe de tos si sube mucho el humo. La nube es la esperanza, la justicia poética de la razón de la palabra.

Hoy las hormigas vuelan. Cuando paseo por las losas que rodean la casa, del césped salen arañas que vuelven a esconderse. Es el saludo de poder arrastrarte. Desde el suelo la vida se ve de otra manera.

Arranco varias plantas que se han dejado secar y en su lugar pongo adelfas. Necesito color, música, un poco de nostalgia en las tardes de siembra. Siempre la claridad parte del centro, de la tierra ya seca. Aquello que observamos, en un mismo nivel, es la naturaleza. Si escribimos de más nos duele la cabeza.

Sigo fumando para perder el miedo a las mujeres, para robar el pánico a la poesía.