En
Barcelona había un perro que se enamoró de mí. No paraba de acosarme por la
calle. Cuando cruzaba el puente se pegaba a la pierna con la intención de encender
esa vela que siempre está apagada. El perro se llamaba Aporía y ladraba con suerte. Mientras recitaba a Rilke en voz alta aullaba
como un lobo. Cuando hacía lo propio con Novalis cerraba los ojos. En el
momento exacto que comencé a murmurar los versos de Don de la ebriedad miró el cielo. El chucho tenía un don.
Parménides nunca negó el sentido, dejó de reconocer su realidad. Son las yeguas quienes me llevan por todas las ciudades, los umbrales, las fantasías; hay una gran abertura en el centro del bosque. Es la naturaleza. Mi carro es mi morada. El sendero de la desesperación posee señales, opiniones, apariencias.
En Barcelona descubrí que el impulso es nefasto pero también necesario. Es preciso, coherente, imperturbable. No son las apariencias aquello que me agita. La misma cosa existe porque puedo pensar, doy al infinitivo el valor del gerundio, el dativo lo dejo para más adelante.
El perro y mi presencia van encadenando recursos y pensamientos. Hago una montaña de libros con las obras de Rilke, de Pound, de Eliot, de Novalis, Leopardi, Colinas, JRJ, Claudio, Parra, Pablo, Platón, Vázquez Montalbán, Botas, González. La columna de poemarios está sobre la mesa verde. En las estanterías Byron, Baudelaire y otros. Tomo una bolsa de plástico reciclado para vender papel al peso. Los libros dedicados adquieren el valor de los hombres ignorantes que vagan estupefactos por el no-ser del aire.
Me queda un discurso, un solo discurso. Es la defensa de la naturaleza, la necesidad pensable y consecuente.
El perro ha amarrado mis manos con cadenas a la encina. No deseo soltarme. ¿Se ha extinguido la destrucción o ha comenzado? Sueño. Todo es continuo, nada es presente.
La poesía es un arte con la cara de un perro. La poesía es un fragmento inmóvil e ilimitado. La poesía está dentro de un círculo. Una esfera muy grande redonda y alcanzable. La poesía es uniforme, dentro de su discurso.