viernes, 19 de agosto de 2011

21 (Veintiuno)



No dejo de observar las fotos que traje de México. Oscuras, arrugadas, el pánico se asombra de sus líneas. Hay un punto de luz que no he logrado descifrar. Justo en la cabeza de Federico hay una mancha absurda, una aproximación.

Una rana muy verde me esperaba en la puerta. Ha dado un salto inmenso diciendo buenas tardes. Los pájaros se acercan a la boca de riego. Descubro los matices tan solo a mediodía.

Esta noche una voz llamaba de repente. Me desperté sin sueños y esa voz proseguía. Era Poe. Quería permanecer, estar, ser, difundirse, diluirse en el césped y se pasto de pájaros.

Tomo una lupa grande para mirar la luz. Federico tenía una buena cabeza, una frente violenta y una expresión de rostro mitad poeta mitad amigo.

La luz tiene forma, es un agradecimiento. Un fantasma que dice lo que podía haber sido. La luz es Luis Rosales.