martes, 3 de agosto de 2010

The Face (cinco) (Tercera Inclinación)



Estoy en Madrid. Vine hace unos días a la inauguración de la exposición de óleos de una conocida y me he quedado. Madrid está desconocido. Hay silencio, y en los rostros se observa ese entendimiento a veces vespertino, y a ratos intransigente. Hay sombras en Madrid, pero esta vez, son sombras descaradas. Mucho negro, mucho sudaca y pocos murciélagos.

Paseo por Gran Vía y me asalta otro conocido. Comienza a hablar y a hablar. Hasta le sudan las manos. Le digo: “Miarma, vamos a sentarnos en un bar”. A lo que responde airado: “¡No soy tu alma!”.

Me repongo y le indico que nunca será mi alma porque no lo pretendo, pero que se trata de una expresión cariñosa. Sigue hablando. Le repito: “Shosho, vamos a sentarnos, que hace mucho calor”. Acepta no sin antes seguir con su discurso al que no presto el más mínimo caso.

Ya acomodados en una cafetería con el aire acondicionado a pleno rendimiento (da fe mi garganta), comenzamos una descafeinada tertulia entre dos.

Todo lo que asentía y discurría en su lenguaje era una crítica hacia mi comportamiento. Repetía una y otra vez que yo era una persona “políticamente incorrecta” y así no llegaría a ninguna parte.

Por un momento dudé si enfrente tenía un murciélago o una berenjena. Pero era un poeta oficial, de los que acuden a los actos de la Zarzuela. De los que Aznar conocía su obra. Sí, de esos que recitan y les pagan quinientos euros más desplazamiento.

El tomate seguía hablando. Por su rostro coloradito entendí que era un tomate, un tomate monárquico. En un momento de la conversación le dije: “¡Qué pena que los capullos no sean verduras, ni se cultiven!”. No entendía nada, no quería hacerlo.

Me convencía para que fuera más positivo, más cursi, más poético y más anticuado. Recordé un pasodoble de los “juancojones” que decía:

Mil duros he visto en el suelo tiraos,
y detrás mía viene un jorobao,
el gachó lo ha trincao, ni se ha esforzao,
el joío ni se ha agachao,
¡qué suerte tienen los jorobaos!
”.

Madrid está lleno de jorobados, pero faltan murciélagos.