lunes, 23 de agosto de 2010

The Face (diecinueve) (Tercera Inclinación)



Cierra los ojos. Vamos a improvisar este guión definitivo. Hoy tengo ganas de volar. He sobrevivido a la muerte y, aunque veo mal ahora por culpa del cloro, estoy muy certero. Mucho. Hago el camino con suerte. Y no hago esperar a nadie.

El huerto está vacío. Ya no queda nada. Entre el consumo personal, los regalos y los malditos pájaros de sus muertos, los carriles reciben agua a raudales. El agua del vacío, de la simpleza. ¡Qué fácil es perderse! Mi vida está muy cansada. Sin definiciones ni estrellas. ¿Te has convencido? ¿De verdad? ¡Jódete!

Cuento hasta cien por no hacer un feo a Parménides, o tal vez a Los Delinqüentes. No por ti, se entiende. Ellos son más cultos, más cursís, más veloces y son mucho más divididos que tú. Las fotos del perro no me gustan. Y aún no las he visto.

He sobrevivido. Empiezo yo primero. ¿Me sigues? ¿No? ¡Jódete de nuevo!

Disfruto cada instante, y no dejo de mojarme. Probablemente nunca encuentre el camino pero me da igual. Amigo. Amigo, ¿escuchas? Las fotos del perro, serán siempre las mismas. Ese guión definitivo sueña. Sueña en alguien que no soy yo. Y no soy diferente. Ahora como menos verduras y leo más a Dante.

Un mundo entero me sigue, no me hace esperar. ¡Y yo que me lo creo!

Recuerdo la interminable lista de los reyes godos. Y entre ellos pronuncio tu nombre. Ropa interior negra y una palabra que me pueda convencer. ¡Jódete! La luna llena la va a disfrutar tu puta madre. Probablemente no hemos encontrado nunca el camino y ya he perdido las ganas de volar.

¡Qué vacío! ¡Qué humedad! Llueve, llueve a raudales. Y el guión establecido se lo mete usted donde le quepa. Allí, allí mismo. Seguro que le entra de puntillas. Como los calabacines de dos kilos.

Eres el principio de Diógenes. La vida errante. Su sufrimiento. Aquí no para de llover.

La Custom suena ahora, y no hay salida. Ninguna salida. Los frenos he dejado de revisarlos este verano. Y este callejón está muy oscuro. La ceniza en el vaso junto a la piscina. Y las batallas, dejarán de ser perdidas.

Esto es la tercera inclinación. No lo olviden. Georgina no me ha mandado nunca flores. Ella se lo pierde. No quiero rosas. Ya lo sabes. Y si tu casa está vacía, pues ya sabes. ¿Qué no lo recuerdas? ¿De verdad? ¡Jódete!