EL sueño de todo ser humano, vivo y sano, es hacer el amor un día sudacamente. Esto es, con la pasión genérica que se saltan los cánones. Sin interferencias, ni ausencias. Sin desconciertos. De forma tan intensa que viajes de cuna a sepultura en una sola noche.
Lleva sus riesgos. Tintín puede ampararse porque es un cartoons. Nosotros, las personas -entiéndase persona como término oblicuo-, perdemos los papeles por una ópera de Delibes, una visita a La Scala, o un piropo de amor a Bianca Castafiore. (A ella le gusta que bajito y al oído le recites el verso de Adrián de Prado: “cuando le ensalzas pienso que le ofendes”.
TINTÍN PIERDE LA VIRGINIDAD EN LA SCALA
Lo decía Tintín mientras ladrabas:
“Milou, debes latir con propiedad extrema
todo aquello que piensas, buen amigo”.
Pero el pobre fox seguía empeñado
en tomar esa gota de whisky mal vertida
de la falda de Bianca, Castafiori.
Irma siempre molesta. Quería atrapar
sus pechos con las manos. El perro,
tan listo zorrero como leal amante,
mordía un dedo del pie y acariciaba
pausado sus pelotas. Bianca gime.
Tintín ha perdido la virginidad en La Scala.
Hicieron el amor sudacamente.
De fondo Lakmé. Delibes argumenta,
es muy retórico y a veces cursi.
Léo llora entre las flores. El joven
tiembla y sonríe. Bianca gime.
¡Qué mala cara tiene la pollito!
De Cartoons (2011).