martes, 15 de noviembre de 2011



SI los pájaros hablan de filosofía les interrumpo. Todo estaba escrito, los presocráticos y Platón sentaron las bases de la historia del pensamiento. Todo es lo que definen. Todo es lo que acontece. Dos versos de don Nicanor me dejan de tener: “Perdonadme si pierdo la razón / en el jardín de la naturaleza”. Indagar es sentir, elevar el concepto que decae, obsesionarse con el mediodía, empeorar de salud y estar vivo.

Siguen faltando sombras, las palabras son el agua corriente del uso, de la estimación. Entre la permanencia y el distanciamiento malvive la discordia; justificamos límites, espacios, la primera unidad que reconoce a la tierra cuando es amable.

No podemos apartarnos de la naturaleza, ella otorga razones puras, símbolos. Hace frío, llueve, el sol y la luna son la llama de una vela. Existe una destreza que presume de sabia y solo vive en los peces. No enseña, carece de sabiduría, engaña. Es la argumentación. La luz deja de ser causa en la complicada opinión de una misma teoría.

Es el amor la caída del hombre, se inclina al desconcierto y no es pecado. Un poema es verdad si se ha hecho sangre. Lo dijo Juan Ramón: yo no podía cogerte con tu esencia. Primero la palabra, la estructura del mundo en base matemática. Si los pájaros tienen hambre somos materia.