domingo, 13 de noviembre de 2011



ES el distanciamiento. Hay lecturas que impactan, lugares, la memoria, un libro de poemas o tal vez un ensayo. Suena bien ese nombre, un autor, su pensamiento. Pasan los años y, ahora, todo es distanciamiento, se aleja, se enfría, no es lo mismo. Se ha hecho tarde.

Por eso, si escribo un poema lo arrojo al altillo del armario de mi cuarto. Cuando abro el portón caen muchos folios que vuelvo a elevar a las alturas. He recogido uno hoy de 1986.

Pero lo cierto, la verdad, lo que nunca se aleja, es Platón, Colinas, Parra, y algún que otro canalla que emite la fuerza sin necesidad de buscarla.

No hay distanciamiento en la pureza, ni en la esencia. Con la mitad de mi vida hago virutas, con la otra parte gotas de agua.

Es la transparencia, las imágenes que no cambian de tamaño ni de culto. Miro al grifo y su rebose, es la abundancia, la intensidad, el tono, la invasión de verdad sin el distanciamiento.