lunes, 21 de noviembre de 2011



LOS árboles son rojos cuando el sol les calienta, y en la tierra de gracia la estrella se ha quedado para vivir conmigo. Las llamas de las velas se mueven con el aire. Hacen oscilaciones determinadas. La marrón con olor a chocolate tiene el vaivén a su izquierda. La roja de fragancia de flores múltiples titubea a la derecha.

He buscado corrientes de aire, brisas, soplos enérgicos, nada es lo que parece. Una sombra con mucha vanidad y demasiado engreimiento ha alterado los usos, dice estar fatigada, quiere recobrar fuerzas sobre la piel del mundo.

He cedido un espacio, una órbita sin diversión, he vendido mi mundo sin las fantasías. No me apetece nada, vuelvo a no hablar con nadie, ni a responder correos. He apagado el teléfono de los miércoles, el de abril lo he dejado en el cajón de marzo. Pido que vuelvas y tengo frío. Es la contradicción.

Quiero ser un movimiento alternativo. En poesía como en el riesgo la verdad siempre es constancia.