domingo, 6 de noviembre de 2011

Llegará un peluquero a la Moncloa



El día que Al Qaeda atentó contra las Torres Gemelas comenzó la crisis económica y financiera de nuestro planeta. Se desató un registro de impotencia que aún hoy no ha sabido superarse. La inercia llevó al mundo unos años en volandas y, posteriormente, todo ocurrió como conocemos.

Los líderes y gobernantes demostraron con sus actos que vivimos una pesadilla de dirigentes. Si la historia se conoce por sus guerras y batallas, esta época histórica se recordará por políticos ineptos y de poca monta.

En nuestro país dice Rajoy que no meterá la tijera en las pensiones públicas, ni en la educación ni en la sanidad. Días antes había dicho que no le gustaría recortar en educación ni en sanidad. Es demagogia. Es impotencia.

Mientras un treinta por ciento de españoles seguirá votando al PSOE (engañados, convencidos o clase ignorante), el del color azulina maricón se compra un juego de tijeras en Albacete para llevarlo a la Moncloa. Y allí, todos los suyos pasarán por el asiento para el corte, el pelado prometido.

Un país en ruinas no se puede permitir un gasto de muchos miles de euros en un debate público pactado y de mentiras. Ese dinero debe ser para la gente que no tiene para comer. Y mucho más impresentable es que el debate esté acordado, medido y aceptado. Todas y cada una de la preguntas han sido estudiadas de antemano, todos los comentarios son de juguete. Un paripé que llenará de audiencia las cadenas, mientras cada minuto hay más parados.

Dicen que Cristóbal Montoro se acercó a saludar a Rajoy, y éste probó sus tijeras nuevas. Después de eso le hicieron la foto de los carteles de las elecciones.

Hay que salir a la calle, condenar al ostracismo a todos los políticos y utilizar el sentido común. Ese que pide el linchamiento de la clase política, de los magnates financieros. No es Europa la que se tambalea, es el mundo.