domingo, 27 de noviembre de 2011



LA claridad y la armonía se encuentran en la naturaleza. Junto al mediodía. Pero hay otro momento exacto donde la poesía se convierte en misterio. Es en la caída de la tarde. Cuando oscurece pero no es de noche. La claridad se despide con un te quiero mucho y una lágrima, y la armonía inunda los ambientes. Hoy eran las 18:47 horas. Es el segundo amanecer del día.

Colinas, Rilke, JRJ, Claudio. Siempre es la claridad con misterio, en conveniente proporción, el concierto. La unión de los acordes verdaderos.

A esa hora conversaba con un escritor de Cádiz. Y lo hacíamos sobre los poetas que se van alejando de la poesía. ¿No será que la poesía se aleja de los poetas? Los abandona y pasan a ser no poetas. Es la poesía quien otorga, decide y presume de sus presentes.

JRJ explicó cómo la poesía vino a él. Fue ella quien buscó al poeta. No al contrario. Platón expulsó a los poetas, pero recibió a cambio la visita de la poesía.

La poesía abandona a los no poetas. Y todos están huérfanos.

He entrado en el laberinto. Laberint. ¡Qué palabra más bella!