viernes, 22 de abril de 2011

27. (La dirección de tu mirada)



Dices que estás cansada de besar sapos, y no consigues nada. Mientras alces la voz de esa manera llamarás a la vida por su nombre. Sin poderlo evitar sonrío. He pensado olvidarte para dejar que vuelvas. Esquivo la dirección de tu mirada para hacer corazón, sin enterrarme en ella. El impulso afectivo de la tarde se ha ido, han llegado las sombras. Y van haciéndose nuestras, recorren todo el rostro para decirnos algo.

Mi ventana es muy blanca. Las nubes van pasando sin manos, aunque todo lo arrastran. He recordado el testamento que Diego y Luis hicieron algún día. Estoy en manga corta y el cristal está frío. Ladra el perro en la habitación de al lado. No me canso, me fundo en una luz, donde la vida afirma. Llueve. A lo lejos los árboles se hacen mayores, el misterio acaba nublándonos la vista.

Si alguien te necesita no debes darle un beso. A tu lado las noches son de oficio, y en el armario guardo, con toda exactitud, el leve roce, los relojes apagados donde circula el miedo. La taza está vacía, contigo soy capaz de detenerme al borde de la naturaleza. Damos un paso adelante y dos atrás. Jugando al escondite te he buscado hasta dentro del armario, y debe ser igual, estabas con un sapo.