Hace muchos años, en Madrid, acudí un mediodía a una cita con Susan S. Dedicada al cine y a las artes, le interesaba mi poesía. Tras una correspondencia intensa, y aprovechando su viaje a la capital de España, coincidimos por fin cerca del Prado. Aprendí mucho de ese encuentro: la visualidad, el espacio, el color, fueron nuevos conceptos que enriquecieron un interior hasta entonces oscuro y aburrido.
Ese mismo día, y cerca de Atocha, un poeta me recogió en coche para llevarme a su casa a las afueras de Madrid. Se llamaba José Luis Morante. Tuvimos ocasión de hablar, de conversar, de leer juntos. Incluso paseé por su buhardilla repleta de libros. También nuestra amistad y relación había sido fruto de la correspondencia. Después de muchos años, de nuevo volvimos a reanudar nuestro contacto, y hace unos días recibí Ropa de calle, la antología de Luis García Montero en Cátedra, en edición de Morante.
Acompañaba al libro una postal, una postal del Prado. La fragua de Vulcano de Velázquez. Son bellas las ideas que se escriben en una postal, al igual el complemento que enriquece la dedicatoria.
Siempre he preferido la poesía de Colinas o de Rodríguez, en detrimento de la de García Montero. Al igual que prefiero a Juan Ramón, antes que a Cernuda o Lorca. Pero tras la lectura de las casi trescientas páginas del libro (unas ochenta corresponden al estudio de José Luis Morante) debo felicitarle por el trabajo, y la dedicación.
Ha sabido seleccionar poemas de García Montero que llegan, que se leen con esa fragilidad propia del espacio. Morante ha hecho un buen trabajo, un gran trabajo que ha visto sus frutos después de mucho tiempo.
Acompañan al libro unas fotos de Luis en diversas etapas y ambientes. Y una de ellas con Morante. Y desde luego, es como si José Luis hubiera sido uno de los personajes del cuadro de Velázquez. La juventud no pasa por su fragua.
Ha sabido acercar al lector lo mejor de García Montero, lo mejor y lo necesario. Enhorabuena.