miércoles, 6 de abril de 2011

Impostura



La diferencia entre la mala suerte y la sonrisa es el sentido común. Hay que vivir con coherencia. Maldito, bastardo, loco, calificaciones que apartan al más cuerdo de la verdad. Y resulta que se vive en una impostura manifiesta. Y no hacemos nada. Escuchamos, lamentamos, asentimos, y ahuecamos el ala, no vaya a ser que nos tachen de algo que no queremos asumir. Nuestra vida es falsa, completamente fingida. Y con miedo, mucho temor a la actitud lógica.

Hoy recordé que la experiencia está llena de poetas maleducados y consentidos. Por ejemplo, un señor me ha pedido hoy el email de dos poetas. Se los he facilitado. Y ni las gracias. Yo no espero las gracias, pero las apunto. ¿Es tan difícil agradecer? Hasta el alcalde de mi pueblo, un republicano madurito, dispone de mejor educación que muchos.

Mi madre me enseñó que es de bien paridos ser delicado. Compensaciones las justas, ¿para qué? Respuestas favorables, las mínimas. Pero de todo se aprende. Creo que al final me voy a convertir en uno de la experiencia o de la circunstancia (queda mejor). Ser poeta circunstancial es más sexi.

Si no lucho por mis intereses nadie lo hará por mí. Eso es tan manifiesto como ocultar algo en la canción de Ale Sergi. Mi nueva ocupación será joder y matar. Joder a los misterios y matar hormigas y arañas que han vuelto a repoblar mi casa. Lo demás es lo de menos.

Sevilla ya no huele a azahar, huele a canalla. Sus ruidos son vagos. Hoy me decían M. y J. D. que este cielo era inglés. La tarde ha sido lúgubre. Los accidentes de tiempo hacen que María vuelva a cantar, una nueva canción. El cielo de Sevilla está horroroso. Vivo con la madre de Spiderman y con sus tías solteras. Pero huevos, lo que se dice huevos, no nos faltarán nunca. Uno es de Puerto Real, reconversión de Astilleros.