Con ese tono de pasodoble o tango, y esa mezcla satírica y burlesca. Soy el ilustrado más torpe. Y debo agradecerle el término ilustrado, que creo no lo merezco.
Dice que no le gustan mis comentarios a las lecturas (algo tan personal e intransferible), tampoco los poemas (¡qué pésima la poesía ilustrada!), las entradas, los álogos, los juegos de palabras, ni el sushi ni el sashimi.
Y en cambio comenta, que admira ese amor por la poesía y el oficio editor de mi persona. ¿Acaso desea un favor editorial? ¿Aquel, como las putas, que se paga en especie? ¿O tal vez desconoce sus gustos y pasiones, comedido de envidias y préstamos crueles? Espero su respuesta, anónimo más torpe.
Respeto sus tendencias, sus pasiones, sus gustos, aunque no los comparta. Que soy torpe no dude, el mayor. ¡Tiene tanta razón! Nunca tendremos los mismos gustos. Yo prefiero el bogavante y la langosta, y usted el surimi de la poesía.
No sé si usted recuerda, el más pobre ilustrado (disculpe que invierta los términos, pero así es más poético), un verso que decía: “Mira que eres cabrón Sánchez Menéndez”. Omito aquel principio, y no descarto invitarle, ni decirle, que sin nombre apenas doy cuenta, y si es juego, ya me ha demostrado que nunca me sentaré en una mesa a almorzar con otro ilustrado tan culto y tan profano como usted, y que conste, que lo digo con cariño.
Dice que no le gustan mis comentarios a las lecturas (algo tan personal e intransferible), tampoco los poemas (¡qué pésima la poesía ilustrada!), las entradas, los álogos, los juegos de palabras, ni el sushi ni el sashimi.
Y en cambio comenta, que admira ese amor por la poesía y el oficio editor de mi persona. ¿Acaso desea un favor editorial? ¿Aquel, como las putas, que se paga en especie? ¿O tal vez desconoce sus gustos y pasiones, comedido de envidias y préstamos crueles? Espero su respuesta, anónimo más torpe.
Respeto sus tendencias, sus pasiones, sus gustos, aunque no los comparta. Que soy torpe no dude, el mayor. ¡Tiene tanta razón! Nunca tendremos los mismos gustos. Yo prefiero el bogavante y la langosta, y usted el surimi de la poesía.
No sé si usted recuerda, el más pobre ilustrado (disculpe que invierta los términos, pero así es más poético), un verso que decía: “Mira que eres cabrón Sánchez Menéndez”. Omito aquel principio, y no descarto invitarle, ni decirle, que sin nombre apenas doy cuenta, y si es juego, ya me ha demostrado que nunca me sentaré en una mesa a almorzar con otro ilustrado tan culto y tan profano como usted, y que conste, que lo digo con cariño.