(Lectura de poemas a las 20'00 horas)
jueves, 25 de septiembre de 2014
Las hormigas
Nunca estamos tan cerca del cielo como en el momento de la muerte, de
la marcha precisa y vigorosa. Vivir para morir, no amar con la vida o por la
vida, amar desde el corazón para desligarse.
Y desde el corazón se contempla el horizonte sin complejos, sin envidias,
con la naturalidad suficiente para dar ese difícil sorbo de incondicionalidad.
El alma tiende siempre a buscar la excelencia, y no orienta las
acciones, las condiciona.
Suelta el alma en el laberinto, refléjala en el espejo, dale
confianza, genera oposición, protesta y previene.
Hoy he matado hormigas. Entraron en el baño por una ranura mínima.
Todas se desligaron. Todas dejaron de ser interlocutores.
martes, 23 de septiembre de 2014
Sin mérito (el orden de la mediocridad)
Las hormigas recogen alimentos sin descanso. Alrededor de las bellotas
que han caído al suelo todo son insectos. Ordeno los libros en las nuevas
estanterías. Solo organizo poesía contemporánea y filosofía. Colecciones
completas.
El tono nogal en el pino chileno da un color rojizo a la madera. Pero
el lomo de los libros, dispares, enriquece el espacio. Buscaba un fondo corto,
muy pequeño. Un solo libro de poesía que no tenga más de 18 de ancho.
Un antisistema es un individuo que se opone a lo establecido, y se
hace notar, y se deja ver. Suele vivir del pasado, en el pasado y con el
pasado. Y el pasado no existe, luego el antisistema es pasado.
No he colocado aún las casas de los pájaros, esperaré a la primavera,
en otoño aparecen y desaparecen, como los frutos del huerto que arranca
Francisco sin mérito y sin compasión.
Solo tomo cebollas y pimientos, estos últimos enriquecen. En el
armario del último cuarto, y bajo la oscuridad, guardo bolsas negras repletas
de calabazas y calabacines. Otorgan alimento hasta el próximo verano. Sin luz
conservan casi todas sus propiedades. Endurecen su piel aunque el fruto es
jugoso y con sabor al orden de la mediocridad.
Recibo visitas. Últimamente acuden elementos y sombras con poca
paciencia. Frío unos pimientos con cebolla junto a una infusión de hierbaluisa.
Las manos huelen bien. El corazón aguarda. El corazón espera.
lunes, 22 de septiembre de 2014
Saúl, el ángel negro
Llevo unas semanas revisando el segundo volumen de El libro de los indolentes. Su título Saúl, el ángel negro. No recordaba el
contenido al detalle, ni siquiera las descripciones de los números que
acompañaban al indolente primero.
Aquello que nació en Roma vuelve con fuerza a la cabeza. Todo lo que
permanece persiste en la iluminación.
Paseo, bajo el agua de lluvia camino sin adornos pero con argumentos. La
vida es injusta para los sensibles, terrible para los hipócritas.
Veneramos la luz si llega en la noche.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Palabra
No hay imaginación en la palabra. Cuando suena una voz, sincera y con
aliento, un susurro de abejas se acerca hacia el oído. La palabra requiere de
esplendor, insiste en el dolor y en la vida, y permanece. Crece y despierta
repleta de la transparencia del cielo de la luz.
La palabra es silencio. La palabra es corazón.
sábado, 20 de septiembre de 2014
¿Balance o Camel?
Apenas escribo. En 2014 un poema y me sobra. Lo he llamado “Balance” y
mañana leeré sus versos por primera vez. Reconozco que es crudo, aunque también
desata una pasión de cierta complicidad entre el lector y el autor, de eso se
trataba en el Medioevo.
Anochece antes. El sol se esconde cuando le busco y la luz desaparece.
Hoy han vuelto las sombras. Ordenaba los libros en las nuevas estanterías y
pasaban de largo. Intentaba retenerlas con fragmentos de Juan Ramón Jiménez
pero les aburren, admiran más a Parra.
La diferencia entre un buen poeta y una pésima persona nunca se
encuentra en los versos. Aparece en los actos, en las manifestaciones. Y un día
de estos anotaré en papel higiénico los argumentos y las desidias.
He comenzado a arrojar los cuadernos marrones a la chimenea. Aún no
arden, hay humedad y calor. Un mirlo y un rabilargo cayeron por el tiro.
Insectos de la muerte rodean la chimenea.
También comienzo a romper los pocos ejemplares que quedan de Introducción y detalles, de La muerte oculta (1996). Comienzo a
odiar lo propio, aquello que rodea la insignificancia. Comienzo a reprimirme
cuando aparece un verso en la cabeza.
Hago balance. Limito las expresiones
de la inseguridad en la lectura de la filosofía. Soy un gilipollas, Menéndez no
te salvará ni la copa de wisky ni el Camel corto y sin boquilla.
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