Mostrando entradas con la etiqueta Giacomo Leopardi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Giacomo Leopardi. Mostrar todas las entradas

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Leopardi



Giacomo Leopardi: Diálogo de la moda y de la muerte

El caso es que me volvía nervudo, despierto, delgado, seco como un tísico. Nunca estaba quieto y me esforzaba y sudaba como una bestia, soñaba mil boberías y no creo que pasase dos días de la misma manera. Finalmente, he conocido la verdad de las cosas y he escogido el mejor partido. Siempre estoy sentado, no movería un dedo por todo el oro de la tierra, no hago nada; pero, por el contrario, pienso a lo largo de todo el día y descubro cien cosas útiles. De todas mis jornadas no hay una que difiera de la precedente. Con ello gozo de una perfectísima salud, engordo cada vez más, aunque sólo me engordan la panza y las piernas. Cierto tipo de gente melancólica me dice que voy a estallar, pero antes de suceder esto ellos morirán o se atravesarán el corazón. Por tanto, lo primero que quiero que hagas es lo que hacen todos los demás. Lo segundo, que debes olvidarte absolutamente de la naturaleza. Veamos ahora si comprendes algo de cuanto te he dicho. En lo que se refiere a tus méritos o defectos, ¿cómo piensas conducirte respecto a los demás?

lunes, 4 de noviembre de 2019

Giacomo Leopardi



Giacomo Leopardi: Diálogo de la moda y de la muerte

Te harás inscribir en todas cuantas academias puedas y, desde el principio, harás gala de tus títulos honoríficos en la portada de tus libros y en todos los casos donde se te ofrezca la oportunidad. Una vez que todos los hayan aprendido de memoria, los olvidarás, haciendo ver que no te preocupas de ellos ni los ocultas, a fin de que los otros te tengan por magnánimo. Creando y publicando, escribirás cosas que gusten a las mujeres y a los caballeros; en suma, a todos aquellos que están a mi servicio, y los imprimirás espléndidamente, en hermoso papel y caracteres, con figuras grabadas, graciosas encuadernaciones y demás. Aunque la primera edición no se haya vendido, mandarás hacer otra diciendo que la primera se ha convertido en una rareza. Y no mentirás, porque de hecho no se encontrará sino en manos de muy pocos, es decir, de los libreros. Y asegúrate de que la segunda edición tenga más éxito que la primera.