jueves, 30 de mayo de 2013
martes, 28 de mayo de 2013
lunes, 27 de mayo de 2013
Consecuencias trágicas
FUMO para perder el miedo a
los insectos. El humo los aleja, los mantiene a una distancia prudencial y
cierta. Si la araña se dirige hacia la pierna exhalo y expulso versos
contemporáneos.
Reporta Valle Inclán un
razonamiento lúcido y coherente. Voy dejando mi ropa sobre los cojines, la
silla del salón, la encimera de la cocina, el suelo del baño. Desnudo y
limitado, la vida es un concepto que no debe cambiarse. Algo así como morir de
rabia. Dice Platón que me acepta dentro de su círculo, el círculo platónico.
Fumo por despecho,
ignorancia, oposición al régimen, fumo porque me sale de los cojones. Una
manera natural de decir que te quiero y esas cosas que se dicen sin más, por
eso mismo.
A – e – i – o – u. Pío, pío. La casita verde sobre la mesa.
La rama de encina es el rincón del huerto donde hablo con dios. Vueltas de la vida, imágenes, articulaciones, disposiciones.
Limpio la bicicleta blanca,
friego el escalón de Londres, doy dos bofetadas al señor de las fotos de México
D.F. Es una manera natural, no es artificio. Loreto se ha aparecido esta tarde
entre los acebuches, está muy preocupada por mí. Estaba bellísima. Su brillante
abrigo negro y las piernas, las infinitas piernas que provocan consecuencias
trágicas.
El pitillo se
consume entre los dedos. Siento su calor, el alma, la posibilidad. El
pensamiento será conocimiento si perviven la ética y la estética. La armonía y
el equilibrio. La admiración ajena. Expulso versos contemporáneos. Siguen sin
llenarme. Vueltas de la vida.
domingo, 26 de mayo de 2013
La mala construcción
LAS hormigas suben por las
ramas y se adentran en la casita blanca. Las arañas acompañan. El humilde
gorrión se alimenta con el pico pero no consigue detenerlas a todas. Hay versos
que se escapan por el interés y el prendimiento.
El rabilargo y la tórtola
turca han destrozado el suelo de la casita blanca y debo arreglarlo. El peso,
siempre es el peso. Si acumulas poemas de los últimos años, en un inmenso saco,
destrozarás el suelo de la casa. Las hormigas pasarán de largo, las arañas, en
su tela, desaparecen. Apenas hay poesía, aunque los que se creen sabios repitan
nombres y apellidos de seres siniestros y efímeros. Equiparables, sus versos
son equivalentes. Las formas clásicas se ensucian en el suelo de la casita
blanca. Chispa, energía, vida, ética y estética. ¿No es suficiente?
El piso de la casita blanca
es horizontal como la poesía de los siniestros. Toda es igual, no logra
levantarte de la silla. La construcción no es arte, es arquitectura,
arquitectura sin artefactos. Y la poesía es esencia, no es decencia.
Y la risa, ¿dónde dejan la
risa? La compostura es honestidad y modestia. Dignidad. ¿Dónde dejan la
dignidad?
sábado, 25 de mayo de 2013
Fabricante de imágenes
LA naturaleza de la poesía
radica en su propia esencia, es una confabulación de sintonías, equilibrios,
coincidencias premeditadas. La armonía es el caos que organiza y sostiene.
En la rama. Echo fuera los
desvíos que no dejan concebir. Mediante el razonamiento busco el hilo que
separa lo sensible de lo inteligible, pero nunca encuentro nada. Las hormigas
ya saben que estoy en la rama y pasan de largo por otra. Evitan ser
alimento, gratificación.
Llego a ser esclavo de la
propia poesía, me interrogan las nubes y las estrellas. Retórica, solo es
retórica. Ante las preguntas guardo silencio y agacho la cabeza entre las alas.
La razón de la palabra nunca será divagación, ni vanidad, ni orden.
Amo el caos. Odio el pasado.
El pasado no es realidad, es ignorancia e indefinición. Para
comprometerte en la poesía debes guardar la ética y la estética, la humildad es
el principio de la entrega personal.
Muevo la cabeza para ser
descriptivo, observador, fabricante de imágenes reales de la naturaleza.
Una nube ha pasado de largo
esta tarde. No detuvo su paso ante los girasoles. La nube era la ignorancia,
creer por encima de la propia virtud, creer en la mentira que nunca será
ajena.
viernes, 24 de mayo de 2013
Nakul, la comadreja
EL indio de Portobello Road
se llamaba Nakul, tenía unos ojos negros intensos y una piel morena y manchada.
Aún me escribo con él. Un día me dijo que su nombre significa comadreja.
Una noche Nakul se apareció
en casa. Me asusté de su sombra. Se dirigió al acebuche que tiene el tronco
hueco. Allí permaneció por los siglos de los siglos. Cuando necesito a Nakul lo
llamo suavemente, siempre en la noche, y Nakul acude con premura, sin
premeditación.
Nakul me recordaba al turco
que acosaba a Susana en Estambul. Aunque el turco era negro los pasos los daba
igual que el indio. Nakul leía a Valmiki y su Ramayana. Aprendí del silencio, de su soledad en el hueco tronco del
acebuche y de sus saltos elevados, como los de una comadreja.
Cuando las nubes visitan y
descansan en el porche de la entrada, Nakul les ofrece un refrigerio. Habla con
ellas. A los pájaros los engaña con susurros, se acercan por el canto glorioso
y acaban en sus garras. Los pájaros son su alimento.
Rodeé el tronco hueco del
acebuche de piedras blancas. Nakul las remueve y las invade. Allí está su territorio.
Durante mi convivencia con dios, Nakul permanecía escondido. Sentía
pánico de los ojos de dios, no
obstante vigilaba las presencias extrañas y defendía la entrada como una
claridad.
Todos los meses recibo una
carta de Nakul, me cuenta sus impresiones y sus expresiones. Las leo pero nunca
respondo. Sin esperanza el mundo se ve de otra manera. Con los ojos de un indio
que me vendió un espejo mágico. El marco del espejo un día es verde y otro
marrón. Depende de las visitas. Hoy han llegado siniestros, el marco se ha
velado en amarillo.
jueves, 23 de mayo de 2013
Deja frutos
LA casita verde, aquella que
representa la armonía y el equilibro, la verdad, la virtud, el compromiso, la
ética y la estética. Dentro de la casita verde asoman los pequeños en busca de
alimento. La rama de encina soporta la sobriedad y el tacto.
A partir del minuto uno y treinta segundos, suena libre de la
tormenta, que dijo Garcilaso. En la casita verde. La necesidad del
alimento. Y tú tan guapa.
Leo a Dante, desayuno con
Platón, almuerzo con Parra y duermo con Claudio en la noche, allí en la
claridad. La verdadera noche es claridad, el reflejo del espejo con el marco
marrón que compré a un indio en Portobello Road. Me dijo que poseía poderes
mágicos, reflejos sorprendentes. Lo colgué frente a la puerta del baño, justo
donde la ventana observa la entrada al laberinto, el caño del pilón, las hierbas
aromáticas.
El espejo, con marco, se cayó
en tres ocasiones pero nunca se hizo añicos, permanecía intacto como las
estrellas o las nubes. Daba saltos de alegría y proseguía reflejando. Uno a uno
los autores se vieron reflejados. El espejo poseía una memoria interna que
guardaba los síntomas, las insinuaciones, la verdadera esencia del verdadero
presente.
Sé de cosas, de muchas
cosas. Las conté a Natalia, a Diego, a Nacho o a María. En el banco de san
Clemente apreté mis manos con las tuyas y apareció Sharleen. La fusión de las
artes se hizo verbo, y habitó entre los justos. Eran las vueltas de la vida.
Una tarde de diciembre, era en el mes de mayo, justo cuando el madroño florece y
deja frutos.
Me escriben los amigos para
decir te quiero y esas cosas que se dicen sin más, por eso mismo. Y sonrío. No
amarás al prójimo como a ti mismo. Ríe, no dejes de reír. La virtud es la risa,
la alegría. Los siniestros no sonríen, permanecen erguidos como las sombras o
el humo. El cigarro se apaga, llora Wagner. Viene la muerte con su cara de
pena.
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