domingo, 30 de noviembre de 2014

Velas



Todos los días comienzo el ritual encendiendo las velas. Una, dos, tres, cuatro,…, en el día de hoy hasta siete. Ya están sobre la mesa, junto a los libros y el cuaderno. El calor que desprenden las llamas es similar al alcohol de quemar en verano.

Con la linterna busco setas en la noche. Aguardo que llegue Francisco para que me indique aquellas que son comestibles. Todas huelen a humedad relativa. El pilón golpea, con agua, la paciencia. Los gatos corren si comprueban que he salido.

Esta mañana un pequeño zorro me observaba. Tardó en desaparecer, lo hizo parsimoniosamente, como la razón verdadera.

Nadie cree en la esencia mientras vive de ella, las baterías duran menos, las botellas se acaban antes y los días corren en el calendario. ¿Cantidad? Repito la pregunta a los insectos que se acercan al calor de la chimenea. ¿Cantidad? La razón es en sí la esencia, la razón de la palabra, la razón de la palabra auténtica.

Pero cuando una vela se apaga consulto a los pájaros si la razón es sinrazón. Con un sonido peculiar responden. Dejo los zapatos en la entrada, vacío los bolsillos y enciendo la linterna. Busco setas en el campo. La vecina se ha llevado todos los espárragos.



Razón



Dijeron que había sido contra un árbol. Un puñetero árbol que crecía junto a la carretera. Imagino las ramas y las hojas que cayeron después del accidente. Imagino como la vida provoca a veces muerte.

Paseo al amanecer. Hago fotos a las setas que crecen alrededor de casa. Todas son diferentes, algunas asustan.

Hay momentos en los que la luz no se muestra íntegra. Escribir de uno mismo en los versos provoca desnudez, pero también oscuridad. Lo escaso a veces es suficiente. ¿No será que la razón separó por error la cantidad de su esencia? ¿Alguien ha pedido nacer? La razón no nos ha regalado nada, nos ha sumido en la nada.

No deseo pisar ninguna seta, las más esbeltas lo solicitan pero hago caso omiso a ello. Moderato e Higinio pudieron conversar alguna vez, pero ambos son frutos de la razón, ambos son cantidad, ambos son accidentes como ese árbol de la carretera, como las setas que crecen con la humedad y alteran el verde o el marrón del paisaje.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Repleta de catetos




No he tenido ocasión de escribir de otra cosa que no sea mi vida, los actos se reflejan con la verdad de la primera vez. He encendido tres velas en la mesa del salón. La primera por el reencuentro con ese sentimiento que llaman aventura. La segunda por el diálogo de la mañana paseando por las calles de esta Sevilla mágica pero repleta de catetos. La tercera por la poesía.

Guardo silencio y, cuando hablo, se mueven las ramas y caen al suelo las bellotas. También se encienden las farolas si pasas a su lado. Un fogonazo intermitente altera la capacidad de seguir siendo.

Cervantes escribió El Quijote en una época de represión. Van cayendo los mitos y todo aquel que crea que la universidad es un templo está equivocado. Debe ser la casa del pueblo sin filólogos. Ahora es la incultura, como la obra magna de un empalagoso que hace carrera literaria.

Guardo silencio. Y esa pasividad es similar a las gafas empañadas. Tomas el pañuelo y resulta incapaz retirar el vaho permanente.

Fumo para seguir oliendo el humo del tabaco, fumo para que Zoido se entere, de una puñetera vez, que no volverá a ser alcalde de Sevilla nunca. Fumo para que abran de nuevo La Carbonería, para que allí se cante, se baile y se reciten versos, para que allí se grite que el arte no está limitado por normativas acústicas, fumo para vivir, que es morir, en esta Sevilla mágica repleta de catetos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Artilugios


Hay escritores que solo viven para crear una carrera literaria, otros en cambio buscan el ARTE.

El mal filólogo es como el médico forense, certifica la muerte en vez de enseñar vida.


jueves, 27 de noviembre de 2014

Pista


Aprendiendo a soñar. Se hace tarde y llega el frío. Llueve. Hay personas que rechinan un poco con la naturaleza, lo hacen sin la maldad de la verdad, con el convencimiento, la falta de costumbre o de silencio. Me pierde el sonido de los pájaros, de las ramas de las encinas con el viento.

El punteo con la Custom debe finalizar siempre hacia abajo, nunca arriba. Es como pensar en el indolente que has definido y le sumas las cifras finales del único que entiende de poesía. ¿Has concluido? La pista ha descifrado el misterio general, nunca el particular.

Debemos guardar el miedo, el pánico a los gatos y el humo del cigarro sobre el rostro. Debemos cerrar las puertas, seguir dibujando círculos en el aire, círculos cerrados, apagamos las luces cuando comienza el día.

La última línea es como el cuerpo del indolente que nace en alta mar, sobre la sal de las olas, aprendiendo a soñar. Llueve. Busco otro mundo, este que corre no es el mío.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Medio siglo o algo





Cada vez que doy un paso suena el medio siglo de huesos y de sangre. Es una sensación extraña, pero la felicidad es cómplice de los actos ajenos. Agradezco a todos los sinceros y correspondo a los que han guardado silencio.

Uno de los regalos más originales que he recibido ha sido la quinta edición de Algo (de 1892), de Joaquín Bartrina, uno de los precursores del vanguardismo. Leyendo los poemas del libro no dejo de sorprenderme y de admirar el lenguaje directo y las expresiones e imágenes.

Enciendo también las velas, obsequio de la conspiración. Saúl trajo un libro sin cubiertas y el número 13 los poemas de Whitman traducidos por Eduardo Moga. Medio siglo.

 

martes, 25 de noviembre de 2014

Los errores del pasado




El último libro de Javier Cercas es una plasta, aunque las librerías lo incluyan como recomendación. En cambio estoy disfrutando con la última novela de Muñoz Molina. Total, nombres y apellidos. Miseria y gracia. Falsedad y compañía.

Una vez un joven apuesto desperdició su vida intentando limpiar sus culpas pasadas. Lo cierto es no había cometido ningún delito más que su propio nacimiento.

Un día declararon inocente al joven. Ese día había fallecido llorando por los errores del pasado. Pero el pasado no existe.

 

Reseñas




Todo esto es obvio. No me parece tan obvio, en cambio, el modo en que ha surgido la situación en que nos encontramos. El robo a mano armada que suponen los libros es sencillamente una estafa de lo más cínica. Z escribe un libro que publica Y, y que reseña X en el Semanario W. Si la reseña es negativa, Y retirará el anuncio que ha incluido, por lo que X tiene que calificar la obra de "obra maestra inolvidable" si no quiere que lo despidan. En esencia ésta es la situación. Las reseñas se han hundido a la profundidad a la que hoy se encuentran, sobre todo porque los críticos sin excepción tienen a un editor o a varios apretándoles las tuercas.

George Orwell (1903-1950)

 

lunes, 24 de noviembre de 2014

Oigo el silencio universal del miedo




Oigo el silencio universal del miedo. Recibo las disculpas de los pájaros que advierten de la ignorancia de las nubes. Las excusas suelen acabar como las bellotas, en el suelo. Odio la filología, la universidad contemporánea y los falsos eruditos que ni enseñan ni leen. Bellotas al fin y al cabo, y con bichos.

Solo acudo a los blog para reírme de aquello que escriben los no sensibles. Si mi madre viviera esta tarde nos hubiéramos descojonado de los nombres y apellidos, de los sabios por decir algo. De los eruditos y de los siniestros. Pero como ella dejó de ser me entretengo.

¿Hay mejor forma de divertimento que leer aquello que no se desea leer? Oigo el silencio universal del miedo.