viernes, 30 de noviembre de 2012

El envenenamiento



HAY un lapsus en mi vida donde no recuerdo nada. Desde el nacimiento hasta que comencé a cargar con la pesada cartera camino del Colegio del Santo Ángel, en Puerto Real. Ese vacío es la verdad. En ese tiempo era, pero no estaba.

Nada pudo influenciar pues no hay recuerdos. El crecimiento virginal y una pureza extrema donde el cuerpo y la mente mantienen un equilibrio constante que se convierte en plena armonía.

Vivía en el laberinto, en el centro indudable. Atrás quedaron rostros, voces, sombras y olores. Simplemente era. Vivía.

Camino del Colegio saludaba a los seres que sonreían y a aquellos que mantenían constante su admiración hacia mi padre. Comencé a contagiarme de mundo y de submundo. El envenenamiento.

El hermano visitador, las collejas, la lata de margarina Zas repleta de caramelos violetas y unos compañeros que he borrado de mi memoria de forma majestuosa. ¿El motivo? Lo desconozco.

Desde ese momento dejé de ser. Estaba. Era uno más. Todo es mentira. Nada es lo que parece ser.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Delincuentes



No somos, estamos



NO encuentro a mi madre. Acudo a la infancia buscando los momentos de verdad y no está presente. Es allí, en la infancia, donde todo es verdadero. Cuando creces te contaminas de cuanto está alrededor, incluso de la cultura.

Ahora no somos, y no somos porque estamos. Todo nos perjudica.

Estoy, y quiero dejar de estar. Para ello tendré que dejar de ser. Ya no sirve ser yo mismo siempre, ni llegar a conclusiones a la entrada del laberinto. Estamos. Y estar es negativo, perjudicial. Todo nos influye, todo nos afecta, todo nos envenena.

La pureza es el único grado de la verdad indudable. Y radica en la infancia. Solo es posible allí, en los momentos del crecimiento del ser cuando no estás. Y aunque no estás, eres.

Mi madre no responde a mis llamadas, establezco contactos permanentes y nada esporádicos. Ha desaparecido. Descansa. Creo que algún día hará acto de presencia. Pero tal vez sea tarde, quizá ya no la necesite en ese momento.

Ahora mi madre no está pero es. Yo estoy pero no soy.

La verdad es todo aquello que produce armonía. Pero la verdad no está, es. Y entre las personas, los libros y los recuerdos nunca está presente la verdad.

No recuerdas tus primeros días porque fueron los más puros, los más verdaderos. Sin contaminación, sin presencias. Dentro del laberinto existe un estado de infancia permanente. De verdad absoluta. De realidad literaria.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

El alimento



LA diferencia que existe entre todo y todos es insignificante. Ambos términos condicionan la manera de entendimiento de las propias personas. Su vinculación.

Existía, en el principio de los tiempos, una pureza original que era manifestada. Con el paso de las estaciones esa virginidad dio origen al todo es mentira. Pero todos no pueden asumirla, aunque permanezcan dentro de la apreciación.

Cuando eres consciente de que todo es mentira debes buscar el alimento. El alimento proporciona diferencias, engrandecimientos, personalidad lírica. El alimento, que es la lectura, no se niega a nadie, ni a todos, ni a todo.

También podemos afirmar que la música es alimento. Con pureza igual, no superior, a la literatura. Pero en la elección del alimento se requiere disposición y efectos. No toda la música ni toda la literatura es alimento.

Aunque esté dentro del todos yo no soy todo. Soy nada.

Hay seres que leen muchísimo pero no se alimentan, ni crecen, ni asimilan. Siempre permanecen en la misma estatura y el mismo tamaño intelectual.

El alimento, bien seleccionado, proporciona beneficios líricos.

La diferencia entre todos y todo es la nada, y la nada es nadie. Y nadie habita en silencio y soledad.

martes, 27 de noviembre de 2012

Descriptivo



DESCRIPTIVO, repito. Descriptivo. Sin enumerar opiniones ni afecciones. Descriptivo. Dejando pasar el día y la noche, el sol y la luna, el alimento y la palabra.

La entrada al laberinto otorga mimetismo. Descubres como miran a los ojos y el sentido de ser por momentos el mismo y diferente.

Todo es mentira. Desde la conversación a la música. Desde el tono de voz hasta las conclusiones. Todo es mentira.

Hablas por interés, escribes por interés, relacionas la huida por interés. Quiero y no puedo. Piensa lo que desees, habrás errado. La verdad es una que tiene que extenderse.

Nunca he estado más cerca de la realidad, del indudable centro. Nunca he conseguido que me comprendan, ni siquiera lo he pretendido. Nunca es nada. Y la nada como el silencio tiene ritmo, y tono, hasta cadencia soterrada.

No hay huida hay soledad. Necesaria soledad que nunca condiciona. La amabilidad ha dado paso al silencio y la amistad al desconcierto. ¡De nuevo el desencanto!

Hay un poema de Rilke que manifiesta estos hechos. Es un poema larguísimo. También tiene Leopardi notas sobre la eficacia de ser por un momento justo y al tiempo contemplativo. Y es que mirar, contemplar, observar a la naturaleza, es la única vida que debemos vivir. En silencio y soledad. Siempre. Aléjate de lo vulgar, que es la vida.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Destellos



LA diferencia entre un destello y un matiz radica en la esencia. El destello es primitivo, espontáneo y simple.

Todos deseamos alcanzar la infancia, recordar aquello que ocurrió mientras dormíamos. Pero nos quedamos en la vergüenza. Lo pasajero es simple, dormir es alimento.

La vergüenza es un acto que comienza en domingo. Justo cuando la luz descubre los sentidos.

Decimos no a todas las personas. Decimos no a todos los escritos. Decimos no a aquello que nos viene impuesto, a la manera formal de la contradicción.

Vuelvo a ponerme las zapatillas y salgo a pisar la hierba. Hay bellotas por el suelo que crujen en el paso. Hay hojas que caen de las enredaderas, y ramas del sauce llorón. Todo muere en invierno y todo resucita.

Ha venido Platón con bata y sin misterios. Deseaba escuchar a Mozart, en sus tiempos de joven no pudo nunca hacerlo. Se ha quedado prendado de las voces, de las notas, de los verbos.

Destellos, destellos, destellos. Solo hay destellos en la poesía de ahora. Destellos figurados que caen como bellotas al suelo de los justos.

El silencio posee tono, y ritmo, hasta cadencia. El silencio es la noche y todos sus conjuros. El silencio es la vida en soledad, la muerte. El destello no habita en el silencio.