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jueves, 24 de abril de 2014

Sin hilo de oro





Después de muchos meses tengo una conversación con un poeta, y hablamos de poesía. Leo Hilo de oro, de Eloy Sánchez Rosillo. La labor de José Luis Morante es acertada. Me ha animado a su lectura, pero hay escasos poemas de Sánchez Rosillo que me levanten del asiento. ¿Poesía o marketing? Por más que diga García Martín, escasa chispa, ni chicha ni limoná, que dirían en mi pueblo.

Con Manuel Moya hablamos largo y tendido, de manera natural, como gusta. Manolo habla del marketing en la poesía, algo evidente. Y las jóvenes promesas, esos que en su día aseguraron en versos su propia certeza, acaban fundidos en la no poesía. Es la ley de la contradicción evidente.

En este país los jóvenes desean ser futbolistas, actores de televisión en Tele 5 o poetas del marketing. Nada, el vacío más absoluto. Si se leyera más a Parra otro gallo cantaría. A Parra o a Colinas, o a Rosales, o a Claudio, o a Rilke, o a Hölderlin… Pero no, leen a poetas planos, poesía del marketing. ¡Y así nos va!

La única esperanza: el día que un no poeta descubre a un grande se le iluminan los ojos. He contemplado varios casos.

¿Usted qué prefiere la fidelidad a la Poesía o el triunfo en vida? Si desea lo primero prenda fuego a todos los libros que posee. Si su elección es la segunda: no guarde silencio ni soledad, venda su cuerpo y su alma. Sin mucha honra y sin la cabeza alta. Pero lo cierto es que no debe creer en nada que le digan, en nada que defiendan. No lo olvide, todo es mentira.

miércoles, 23 de abril de 2014

Poesía





La primera vez que leí un poema a mi madre cerró los ojos. Lo hacía de manera sincera, fue una premeditación. Me decía con inteligencia: En España no hay Poesía, hay poesía. Y eso que entendía poco.

Nunca le pregunté si lo que leí era con mayúscula o minúscula. No le hice esa pregunta, tampoco me importó. Cada día la poesía me interesa menos, está repleta de vanidad y de miseria. Como una imitación permanente.

Incluso me entero de disputas que alcanzan el grado de querellas y llevo las manos a la cabeza. ¿Por qué los poetas discuten? Un Poeta nunca lo hace. Los poetas viven de autores del pasado, y el pasado no existe, dejó de hacerlo en el propio pasado.

Un amigo me pregunta si acudiré a la presentación de esa novela y le respondo: En España no hay Poesía, hay poesía. Sonríen los rabilargos. Del pasado viven los estreñidos, los que escriben promesas, los que discuten, los que hacen como que entienden, los que alaban a los mismos que se autoproclaman en los cargos ministeriales, los candidatos a las Academias locales, los que viven del pasado, y el pasado no existe.

Tengo otro amigo que es un jenio. Leerá a Juan Ramón para el uso y disfrute de sus textos, pero no lo mencionará nunca más en sus libros. ¡Tiene tanta razón! Por ejemplo, Idilios no ha contado, ni siquiera, con el apoyo de nadie, y ha tenido más repercusión que cualquier libro de Juan Ramón Jiménez. ¿Y eso cómo se explica? Por aquello de la poesía y la Poesía.

Juan Ramón es Poesía, pero todo cuanto le rodea es poesía. Y aquellos que lo mencionan, lo citan y hasta los que lo miman, son poesía. Y esos mismos ayer hablaron de Juan Ramón y mañana lo harán de Machado, o de Octavio Paz. ¡Puta poesía!

La muerte oculta me ha servido para centrarme y recordar. Todo sobra, nada falta, todo es mentira, hasta tú. ¡Sí, tú!

martes, 15 de abril de 2014

Juicio




El ser humano precisa tener fe, generalmente la fe suele ser creada a imagen y semejanza de los propios intereses del ser humano. La belleza es una fe errónea, es visible en nuestras limitaciones terrenales. Hay belleza en el infierno, tal vez la belleza más pura, aquella que conjuga sabiduría y entendimiento. La que arde y no se engaña con las propias justificaciones. El poeta es propenso a engañar a los demás, pero antes se engaña a sí mismo.

Justificarse no es rectificar, ni adoptar razones convincentes, ni siquiera es tener fe. Es tan solo engaño, el error de la belleza. Ocurre igual con aquel que se cree todo cuanto dicen de su obra, es la falsa belleza, la belleza humana.

Debo reconocer que acudo a Dante, encuentro allí sinceridad sin artificio, sabiduría con naturalidad y un punto de verdad y arte.

Cada día que pasa me aparto más de la elaboración artística forzada, de las bellas palabras que no me levantan del asiento, de los versos que no provocan esa chispa luminosa que se convierte en arraigo. Amo los artefactos, como también adoro los artilugios.

Cuando leo un poema de Dante descubro la ética verdadera, la moral del verso aplicada a la conducta humana, la obligación del hombre en ser fiel y no planificar su vida por interés o agrupamiento.

¡Qué peligroso es el ser humano planificador, envidioso e interesado! El misterio y la verdad no deben ser juzgados, son evidentes. Rigen nuestra conducta con rigor, pero sin interés.

Acudo a otros libros clásicos que compensan la mesura y la sensatez, la prudencia y la actitud. La justificación y el engaño.

Un amigo me envía la invitación de la próxima presentación de una novela en Sevilla, indica: Es una invitación proforma. Intentar engañar a los demás en algo que ya ha engañado a sí mismo. Y sin juicio ni criterio.

 

Falsa belleza




Amanezco con Hölderlin. Él me acerca a Leopardi. Abandono a Juan Ramón en la estantería verde. La poesía es la pura manifestación de la sabiduría, y la sabiduría no es siempre belleza.

He bajado al infierno en tres ocasiones. La primera al colocar el anillo en el dedo anular, tuve que retirarlo de inmediato y trasladarlo al corazón, al centro de la esencia, a la verdad de la tierra.

Hospitio prohibemur harenae; / bella cient, primaque vetant consistere terra. Ya lo dijo Virgilio.

 

lunes, 14 de abril de 2014

Fisuras


También posee fisuras la armonía, grietas que confunden al ser humano pues su naturaleza proviene de él. Un acorde constante pasa a ser simultáneo. La justa proporción nace del caos.

Ética y estética conviven en el centro, se sustentan, se compensan, se contrarrestan. Entonces la armonía produce la belleza, lo justo, lo sagrado, la sensatez del verso.

Pero los actos viciados nunca serán sentido, ni siquiera una aproximación. La propensión del hombre le aleja de la luz, se adentra en las fisuras sin la precisa desnudez.

No hay poesía evidente, la certeza debe ser duda, el proceso ha de estar ausente de temporalidad. Las prisas son fisuras, y el interés, la envidia, la conveniencia propia y ajena, la planificación, el yomimeconmigo.

La única certidumbre debe ser mansedumbre. La armonía equilibrio. La belleza justicia. La libertad soledad. La poesía silencio.

La poesía es el alma que está presa en un cuerpo falso.