jueves, 22 de marzo de 2012

Credibilidad


LA norma central de la poesía debe ser respetada, no depende de la valoración propia, se fundamenta en las habilidades.

Nada es sistemático, todo es razonable. Los cambios naturales son regulares y están equilibrados. Acaban reflejándose en los versos propios. Para que un poema se convierta en ineficaz la relación del alma del poeta con la naturaleza debe permanecer extinta.

Mientras los poemas figuren separados por contrarios renace la pluralidad. Es la norma central, el desconcierto, lo coherente y determinable.

Roma en mayo tiene un intenso olor a sentencias. Por la ventana de Namastè, en la Via San Quintino, la visión afirmaba lo vehemente y lo vivo. Dormía con la unidad, en un pequeño hostal constitutivo. Los familiares de mis conocidos acudían con helados, barquillos y vino tinto intenso, con olor a sentencias.

Era complejo sobrepasar a los ejemplos, tensar la cuerda del arco cada mañana mientras recorría la distancia al aseo (una planta más abajo). Repetía lo opuesto en cada madrugada. Lo opuesto y lo contrario. Y así, una tarde expresada y con dominación, pude ver la norma. No cambié la razón, le añadí la palabra. La unidad fue equilibrio, el ritmo tono, el tono ritmo y tus ojos, oh tus ojos. Fueron una batalla, un flujo, una estación. Eran la credibilidad.

Hoy me han dado noticia de tu muerte y el temblor de estas piernas se sostiene en la silla que recuerda tu nombre.