sábado, 3 de julio de 2010

Cadión (Elogio de la Irreverencia L)



Buenas noches. Tal vez, cuando acudas al Cuaderno, haya amanecido, buenos días entonces. Es el respeto la conciencia de los tristes. Lo que pudo haber sido mientras tanto. La sencillez del canto y la verdad de quien no puede ver más allá.

Hoy dios se ha enfadado. Y lo ha hecho a lo bestia. Mientras preparaba un poco de verdura para almorzar se ha quitado la camiseta. Y le he gritado, en mi casa nadie se quita la camiseta, tan sólo si es para bañarse. Le he dicho con un tono elevado, pero educadamente, eso de “la conciencia va dentro y va por fuera”.

Que hace calor no lo discute nadie, pero odio la vulgaridad y mucho más si viene del mismísimo dios.

Me ha mandado al infierno tres veces. La primera recité poemas de Dante, la segunda de Leopardi, y la tercera los propios (por aquello de que si vas al infierno llévate tus propios versos a ver si te echan de allí). Pero no. Las tres veces fueron determinantes.

Entre el calor que aprieta y la cocina con esas verduras a la plancha, he visto el infierno como nunca. Ni piscina de whisky ni leche migada. Ni imaginación ni desconcierto.

Este dios se está vulgarizando, se hace por momentos un ser normal. Y esto no puede ocurrir. ¡Es dios coño! ¡Es dios!

Hemos retomado la palabra a lo Dante en el purgatorio. Como en la Divina Comedia, no sabía quién era Beatriz y quién Virgilio.

Por un momento he pensado que si dios se marcha para siempre Cadión se acaba, y esto, creo, está a punto de ocurrir. Se irá a vivir con el cabrero, o tal vez con el jardinero. ¡Hay amores que matan!

Fíjense, buenas noches. Retomo la palabra y preparo unos MM para la reconciliación. No quiero que esto acabe. Pero ya agoniza. El Mexican Mule lo ha tirado al porche, y el hielo picado se ha derretido.

Deseo ardientemente que amanezca. Es la noche más larga de la propia vida. Lo que podía haber sido. Buenas noches de nuevo.