A veces, cuando se esconde el sol, aparece por casa un pájaro muy
gordo. Es un mirlo indirecto.
Al principio le invitaba a pasar y le leía poemas de Calderón de la
Barca. También le daba algo de comida.
El pájaro era víctima de su propia injusticia y engordaba por su soberbia
y su vanidad.
Sigue apareciendo por casa. No le niego el saludo y le sigo leyendo
poemas, pero cada día está más abajo. Desde la rama de encina lo contemplo
mientras come las hormigas del camino de piedra.