Prometemos. Otorgamos,
aseguramos, damos razones, indicios, señales. Nos robamos el tiempo que no
poseemos y calculamos las obras, los propósitos. Prometemos.
Debo acudir con más
asiduidad al cementerio, para respirar, escuchar el silencio, la indolencia,
oler la soledad, mirar las obras de Chagall que cuelgan de los nichos. Un
colorido se difumina entre los cipreses. Negro y blanco. Blanco y negro. Todo
el color es fuerza caducada.
El número total de
los indolentes tiene carácter de unidad. No queda nada. Ni el alma de los
seres, ni la utilidad para seguir viviendo. La poesía, como el conocimiento, es
el acto idéntico, la percepción de fundir sensaciones y cualidades.
Prometemos. Y esa
es nuestra proporción. Todo queda en promesas.