La
religión como fuente de consuelo constituye un obstáculo para la verdadera fe: en
ese sentido, el ateísmo es una purificación. Debo ser atea en aquella parte de
mí misma que no está hecha para Dios. De entre los hombres que no tienen despierta
la parte sobrenatural de sí mismos, los ateos tienen razón y los creyentes se equivocan.
Simone Weil,
La gravedad y la gracia.