“El mal
de los partidos políticos salta a los ojos. El problema a examinar es si en
ellos existe un bien más poderoso que el mal y que haga deseable su existencia.
Pero
resulta mucho más pertinente preguntar: ¿Hay acaso en ellos tan siquiera una
parcela infinitesimal de bien? ¿No son ellos acaso un mal en el estado puro o
casi puro?
Si son malos, no cabe duda que de hecho y en
la práctica no puedan producir sino mal. Esto es un artículo de fe. «Un buen
árbol no puede jamás producir malos frutos, ni un árbol podrido hermosas
frutas».
Pero primero es necesario reconocer cuál es
el criterio del bien. No puede ser sino la verdad, la justicia, y, en segundo
lugar, la utilidad pública”.
Simone Weil,
Nota sobre la supresión general de los
partidos políticos.