En una ocasión dijimos que todo
incidente acaba en acontecimiento. Pero hay muy pocos acontecimientos
auténticos. A lo largo de la historia de la humanidad, los otros
se han empeñado en destruir la educación, en convertirnos en máquinas que, sin
pensar, fueran capaces de obedecer. Han transcurrido incidentes, algunos se han
forjado en acontecimientos, pero una gran parte de las personas dejaron de
pensar, de leer, de contemplar.
La sociedad se convirtió en una
mera representación y el ser humano dejó de tener historia, incluso dejó de
abanderar su propia historia. Todo pasó a llamarse formalismo, a denominarse
estética, a defender el entretenimiento.
Hoy vivir no es ser, es estar,
simplemente estar y parecer. Es como si naciéramos ya muertos, y nuestro paso
por la existencia fuera solo un transcurso obligado. Nacemos ya difuntos.
Hay un silencio que no es duelo,
que es combate y desobediencia.