jueves, 23 de septiembre de 2010

The Face (treinta y nueve) (Tercera Inclinación)



¡Qué buena persona es Ramón Simón! Directo, al grano y sentido. Como poeta ni hablo, no hace falta. Ya dije en una ocasión que las buenas personas eran buenos poetas. Y que los cabrones eran malos líricos.

Pues sí, Simón es grande. Y lo que más me gusta estando con él es no hablar de poesía mientras te tomas una cerveza (o diez).

Me alegró ver a Jesús Beades en mi casa. Mucho. Gran persona, gran poeta. Pero también me llamó la atención la iluminación de su rostro. Coincidí con él en varias ocasiones, pero nunca como hace unos días. Me llevé una gran sorpresa, y muy positiva.

Aurora y Olga son un sol. La Pimentel Igea es algo más que un sol. Es la única persona que se ha dado cuenta qué significa en mi vida La vida alrededor, la única. Y mira que hay gente en el mundo. Gracias Pimentel.

Y por lo demás escribo, recibo poemas para niños, y recuerdo la eterna noche con Jesús Cotta y José María Jurado. Gran noche. Feliz noche. El proyecto, precioso. La noche, mágica. Amén de la visita y las gracias a Julio Ariza.

Todo pasa, nada permanece, ni siquiera esta triste tarde oscura y mojada.