jueves, 19 de enero de 2012



TODO se hace grande. No hay vida después de la vida. Nada sobra y todo falta. Cuando murió mi padre descubrí que los matices se podían adquirir con el esfuerzo. Tras el fallecimiento de mi madre aparecen los desvíos con un rostro impasible.

Esta mañana el tiempo: la música, el cuaderno, las reliquias de aquellos anticuarios que dejaron de hacer lo que se ha hecho. Todo desaparece y es rutina. Y nuestra capacidad se debilita por momentos.

Somos irrenunciables, completos, limitados. La palabra es origen, la música es palabra. No podemos mirar más allá de las luces, ni comprender que una nota es el mejor poema de todos los escritos.

La tercera inclinación se funde con la primera, y a la vez en la segunda. Es Fábula. Sin música no hay poesía, pero existe la palabra por encima de todo el universo.