Fumo para perder el miedo a los pecados. Cuando quiero morir el aire
se hace agua, y comparto una escarcha con las desilusiones.
Fumo para elevar el ánimo del sabio. Para joder la vida a todo aquel que
dice ser alguien en la vida. ¡Miserable ilusión!
Se acaba el juego, el cigarro se apaga y el humo se ha marchado.