No hay imaginación en la palabra. Cuando suena una voz, sincera y con
aliento, un susurro de abejas se acerca hacia el oído. La palabra requiere de
esplendor, insiste en el dolor y en la vida, y permanece. Crece y despierta
repleta de la transparencia del cielo de la luz.
La palabra es silencio. La palabra es corazón.