domingo, 25 de diciembre de 2011



UNO aprende a vivir en un país sin vergüenza, sin moral, ni un ápice de ética. Uno escucha a políticos, a banqueros, a los hombres de bien y a los seres del mal. El gobierno de un estado nunca representa a la totalidad de sus ciudadanos.

Es la lealtad, algo que se echa en falta en los últimos tiempos. Todo es nada y ese día, cuando la niebla impide que veas los árboles, preguntas por los actos y las afirmaciones.

Fábula comenzó a escribirse a principios de los años ochenta. Tampoco había lealtad. Existía la disputa. Fábula no tiene fin, solo tiene raíz, origen.

¿Cómo se puede estar de acuerdo en algo que no compartes? ¿La lealtad es fidelidad, honor o fingimiento? La verdad nunca será realidad, pudiera ser gratitud a los pájaros, las nubes, las arañas. Todo es nada, cuanto has realizado ha servido de poco.

Un viento equilibrado y constante golpea el rostro. Las bellotas caen de las ramas y el color del césped amarillea. Es diciembre el mes más extraño. Dos naranjas asoman de su árbol. Cinco limones se acercan a la grama.

En La vida alrededor incluí algunas claves de Fábula para los iniciados. Pocos se dieron cuenta. Es lo que pretendía. Fábula es infinito, como un niño sin calcetines jugando a la pelota.

El reloj sigue enseñando la lengua. Las velas permanecen encendidas. Las bellotas caen como balines y, el viento, hace que sea diciembre.

Nunca se aprendió a amar. En el amor no existen las costumbres. Todo es nada y nada tiene raíz, origen.

El gobierno de un estado nunca representa a todos sus ciudadanos. Un político no me representa.