viernes, 17 de febrero de 2012


LA sinceridad y la sensatez nunca ofenden, enriquecen y proporcionan esos cielos azules, la lucha del mar un día de poniente o el olor de la encina mientras llueve. Hay una música honda que suena de corrido. Es la respiración, la palabra más pura que se ha dejado querer esta mañana y un poeta, un tanto joven, que promete.

Con la razón y el viento, con su palabra, no verán nuestros ojos más paisajes que los que se aparecen. Aquellos que se tocan y son la gracia y la coherencia. La razón de la palabra.

Las brujas abren los brazos, extienden los dedos, sonríen. Dejan la cabellera, siempre negra, al hilo de los vientos. Miedo, pánico, pudor, vergüenza. Es eso la poesía. El arrepentimiento. La verdad por encima de las cosas que dices. La mentira debajo de las cosas que quieres.

Escúcheme señor, mis miembros no están tristes, solo están desgastados, como el pronombre, el verbo o la ofensa.

Nunca podrá ofenderme si es verdad su palabra.