lunes, 20 de febrero de 2012


Y ocurre que la luz carece de relato. Esa luz que te aparta de la vida y te lleva en oficios. Al final del túnel la luz carece de relato, de aproximación. Es una luz engañosa, mágica, perdurable, pero no es verdadera.

Ahora entiendo a Novalis. Buscaba el infinito y descubría las sombras. En la noche mística la vida no es iluminación, es sepultura.

He tomado hoy poemas de otros. De MVA, de FO, de PGB, pero al final, después de muchas horas, recurrí a los de siempre, a la complicidad. Eso es el voltaje, el auténtico misterio. Terminé con Claudio y con don Nicanor, a Antonio lo dejé para la tarde. La tumba acaba siendo negra, nunca será dorada, ni iluminada. Es negra. Será negra. Perdurará lo que no refleja nada, la ausencia, aquello que no nos corresponde.

Dejamos de ser para extinguirnos. Nadie puede aniquilarnos, lo hacemos nosotros, lo reflejan los versos. Si escribes algo hoy mañana será oscuro. Nada verá luz ya que la luz carece de verdad, la luz es artificio.

La complejidad de la creación poética es un bosque repleto de encinas y de pájaros, de olivos y de topos que remueven la tierra. Los montones levantados sobre la horizontalidad son la verticalidad de lo falso y lo auténtico. Hay un olor a savia, es un árbol muy bello pero muy simple, es la falsa pimienta. Es un árbol fingido.

He manchado mis manos con una forma negra, oscura. Acudí a lavarlas con jabón y costaba. Eso es la energía, la vivificación.

Hoy he escrito un verso. Estrené el cuaderno marrón de entre todos los cuadernos depositados sobre la mesa con el tapete verde. Un verso simple que mañana será oscuro.

Solo esta luz carece de relato.