Mis padres envían señales. He tardado varios años en descubrirlas.
Apunto cada una de ellas en un cuaderno marrón. Si existe una forma de diálogo
debo descifrarla. Gano tiempo y analizo en la nube los símbolos que presentan
las cosas terrenales y a la vez imprecisas.
Lucho en un espacio de revelación. Las limitaciones del lenguaje
muestran sobre la mesa las cartas por jugar.
Mando a Chile un ejemplar de Por
complacer a mis superiores para don Nicanor. Lo llevará en mano Jaime
Quezada, aseguro la permanencia y la presencia. Escribo algunas claves en la
dedicatoria, y un dibujo extraño que apareció de pronto sobre la cama.
Representa una mezcla de símbolos y misterios. Al violín ya no le
quedan cuerdas. Los restos bajo la sombra de Joe Venuti y la caricia en el
rostro de Gene Tierney.
He dejado de mirar las estrellas, ellas vigilan ahora los movimientos.
Llegan nuevas señales. Me aburren los seres humanos, amo las nubes y aquellos
que un día se marcharon.